Los demonios de la guerra


El gobierno de Venezuela, encabezado por el presidente Hugo Chávez, gracias a su pedante militarismo y a su retórica expansionista exportadora de la revolución puede ahora cometer uno de los errores más serios,tan serios que puede atentar contra la propia seguridad del Estado y del futuro de la «revolución».

Iba a sugerir, casual lector, como habrá notado en el anterior post, una serie de «soluciones» y «propuestas» para tratar de encauzar un proyecto antipolítico encaminado a la construcción de una nueva política. Pero, lamentablemente, este anuncio de «mico-mandante» se vuelve hacia nuestras caras en un grito al cielo para la preparación de la guerra, la guerra contra una nación hermana que (peligrosamente) ha colaborado con Gringolandia para la defensa de la soberanía del Estado Colombiano.

No es menos cierto que la avanzada de estas bases se corresponden no solo con objetivos anti-guerrilleros (es decir, anti amiguitos de Chávez), sino con claras intenciones políticas (al fín, como lo reseñara el estratega Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política por otros medios) de establecer un claro contrapeso sobre la influencia socialista en el continente, y más exactamente sobre los «duro-socialistas» como Chávez, Correa y Ortega, no en vano vecinos limítrofes con Colombia.

Que estos fines políticos sean condenables, quizás (no voy a negar que para mí sea bueno el ponerle un «parao» al expansionismo bolivariano). Pero lo que está claro es que la amenaza latente de guerra y las amenazas de empobrecimiento indiscriminado, violación de los derechos humanos y todas esas pajotadas que desdeñan los líderes autócratas, está más latente que nunca. Un enfrentamiento entre dos imperios en donde estamos nosotros de por medio. Unos siendo peones de los estadounidenses y los otros peones de las extrañas alianzas de «liberación popular» con Irán, Libia, Cuba y demás pseudo-socialismo pobremente hecho.

Quizás los presidentes de Colombia y Venezuela, por ser tan parecidos en su ímpetu de establecerse per secula saeculorum en la silla presidencial, quizás no se lleven bien al ver en el otro la posible némesis del contrario. Uribe, un paisa proveniente de una familia decente, anticomunista como el solo; y Chávez, de familia llanera humilde y enfermamente sociata son tal para cual. Son rivales políticos que han llevado cada uno con sus actuaciones al empeoramiento progresivo de las, una vez fecundas, relaciones bilaterales.

Cuando hablo con algunos militaristas, jamás podría entender como puede caber en la cabeza de alguien la noción de matar a un ser humano similar a tí por prejuicios estúpidos y por falacias ad hominem mal construidas, pero etílicamente hipnotizantes.

Enfermo está este pobre país de gente que piensa que con la razón de la fuerza se puede construir «patria», con el sacrificio de cientos, miles, quizás millones de individuos para el bien del colectivo. Una caracterísitica que está presente en ese infantil culto al Estado y a las Fuerzas Armadas desde los regímenes socialistas clásicos, hasta las más férreas dictaduras librecambistas. La superioridad del guerrero, del militar, sobre el impávido y no templado civil, ingeniero, pensador. El diálogo como instrumento de imposición y no de negociación.

La maldición de haber elegido a un militar, golpista, y narcisista nos rodea. Desde los pósteres y señales de obras inacabadas que nos presentan que «Venezuela ahora es de todos» hasta las rarísimas sugerencias con relación al hábito del aseo personal me hacen desconfiar profundamente de un proyecto revolucionario a media máquina, lleno de contradicciones insalvables y con un desprecio total hacia la ciencia, y la libertad… Ya que para cualquiera con mente de militar, lo no meritiorio, lo «inutil» y lo no planificado es basura, es insubordinación, es una opinión lamentable.

Para el Sr. Chávez, los «escuálidos» son inútiles, los gringos son inútiles, Colombia es inútil, la ciencia es inútil, todo lo que no recuerde a la patria y el socialismo es inútil, es decir, merece muerte. (Patria, Socialismo o Muerte, Venceremos)

Preparémonos para la guerra, no contra Colombia, ni contra los estadounidenses. La guerra será entre nosotros, la diversidad de ideas, contra la barbarie unificadora. La totalidad del Estado socialista contra la universalidad de propuestas y de visiones. La concordia totalizante y reductora contra la democracia de metas y propósitos.

Si nuestras gloriosas FANB han bombardeado un campo de Yuca (Mandioca, para ser preciso) por equivocación, ¿Pues que se puede esperar de lo demás? ¡Que se vayan a joder todos, que no voy a derramar y a hacer derramar ni una gota de sangre por este gobierno ni por este ni ningún presidentucho!

La magia del abstencionismo político o la política de la antipolítica


La tan cacareada antipolítica, siendo por siempre vilipendiada, como siempre nuestro omnipotente canal Globovisión nos lo recuerda, al igual que nuestros «bobolucionarios» dirigentes rojos-rojitos cuando nos mencionan que la abstención es un peligro de la revolución, Se nota que hay algunos temores de estos sectores en considerar otras alternativas políticas y de pensamiento; Que, según todo se reduce al blanco y al negro. Pues pareciera que ninguno de los dos principales actores de la política venezolana se dan cuenta que no es ni el negro, ni el blanco, sino una multitud de matices, que ahora están coyunturalmente unidos en varios bloques.

Menester es recordar que hay comunistas radicales (y extremistas, que eso sí es malo) que desean que la revolución se desmadre al comunismo marxista clásico, dentro del chavismo (y también dentro de la oposición, ¿por que no?) y hay opositores socialdemócratas, socialistas, pasando por nacionalsocialistas (Nazis) y demás grupos que hacen que el, por mi denominado, «Despertar de las ideologías en Venezuela» tome por desprevenido a los agentes tradicionales de la política en estos días. El ciudadano común tan solo se cree que la diatriba radica solo en Socialismo (lo que unos ven como socialismo) versus el Capitalismo (lo que otros interpretan por capitalismo) cuando en realidad, esto pareciera ser reflejo de aquella sociedad cuarto-republicana que, ante las alternativas que sus dirigentes les proponen, se aferran por la esperanza, no solo de cambio, sino de «quietud» y de «tranquilidad», de recuperar los viejos años de una u otra manera, aquella prosperidad que nos vendían los cabrones adecos y copeyanos que nos gobernaban, un intento de formar un nuevo orden… y todo lo demás asociado. Cuando las ásperas posturas del post-modernismo nos pueden encauzar hacia caminos más psicóticos y mucho más desviados en donde la única verdad sería el mero hecho de respirar y en donde hay tantas ideologías como personas caminan, comen y defecan. Hay que sentar cabeza y reflexionar acerca, no solo de nuestro presente, sino de nuestro futuro como nación y de plantearnos formas alternativas de convivencia social que impidan que nos matemos los unos a los otros.

Sobre la necesidad de sobreponer esta, personalmente estúpida, discusión es necesario aclarar términos, encontrar nuevas verdades y poner en prueba de manera pacífica y novedosa aquella solucion que las (en plural) mayorías puedan confiar, eso solo tras un análisis concienzudo y no por los simples panfletos que los partidos le dan a su militancia.

La antipolítica se ve como una radical solución que debe, necesariamente apuntar hacia una nueva manera de ver la política y de hacerla. De recuperar su sentido original (los asuntos de la polis) de dejar de ver a los partidos de masas como aquellos salvadores que con la magia de la democracia representativa someten a una u otra pequeña tiranía cada cuatro, cinco o seis años, mientras el vaivén continuo de castas políticas sigue, la población tiene que pagar los platos rotos de políticas erradas, alejadas de las necesidades de la población y en donde se suceden sucesos (valga la redundancia) que hacen que el «revolucionario» de turno use esos mismos mecanismos de poder, para prometer el cielo, y como consecuencia, termine trayendo el infierno a los países que creen fervientemente en sus demagogos líderes.

La antipolítica radical se basa en una negación de la política actual por considerársele inefectiva (más que sucia, o cualquier adjetivo calificativo de valor) ante las verdaderas necesidades del pueblo y de los individuos que lo componen. La antipolítica es, sencillamente, la política por otros medios. Y allí entran las tan mentadas organizaciones de base.

Tanto el opositor que piense que veinte o treinta curules pararán lo inevitable o el chavista que crea que los manipulados poderes públicos se den cuenta de los problemas que nos aquejan; tienen que pensar que la vacua decisión entre una política «revolucionaria» profundamente contradictoria y una vacía propuesta opositora que se basa en la «DEMOCRACIA» (y más nada…) no llevará a ningun lado a menos que los militantes, ciudadanos y demás habitantes de este país piensen por si mismos y en sus problemas, y en los problemas comunes y les busquen solución de manera directa y eficaz.

Entre un opositor que le reza a los líderes de hace diez años para que nos salven «del terror rojo…», entre el chavista que sigue creyendo en el presidente, luego de que este le haya sugerido bañarse con una totuma, y el ni-ni que no aporta nada de nada y se limita a la simple crítica, pues, prefiero abstraerme, pensar, y ACTUAR.

Para que usted, estimado lector casual, no me crea que estoy en este último sector, en la próxima parte de este post, pues daré algunas propuestas (total, que no puedo hablar de soluciones, puesto que no soy dueño de la verdad -por ahora-) para, no solo «salir de Chávez» o «construir el socialismo bajo la marcha» sino para presentar un país factible, realizable, libre y soberano; Libre para que la gente tome su camino hacia la felicidad; Soberano, para que la gente adquiera por primera vez, su soberanía y deje de transferírsela a entes alejados, vacíos y monopolizadores del poder.

En resumen: La antipolítica como nueva revolución, vista como la evolución natural de cambio (o algo así lo demuestran las encuestas que le atribuyen al sector de los Ni-Ni la real mayoría de esta nación). La política como otros medios, el abstencionismo activo, la organización de base, la resistencia organizada y la lucha por la libertad para dar un buen sustrato hacia la vida que cada uno de nosotros desea.

Su humilde servidor planteará algunas propuestas (claro, personales) sobre aquel futuro. Pero ojo, que no soy yo el diseñador de sociedades ni esta es la realidad verdadera que todos ciegamente debemos seguir. Si está interesado, casual lector, en dicha propuesta específica, pues no se pierda el hilo de este post. Mientras, café y galletas no serían una mala idea.